sábado, 28 de mayo de 2011

Las alumnas y sus primeras experiencias con la lectura

A continuación, presentaremos una selección de textos escritos por las alumnas de la cátedra. En estos, ellas rememoran los primeros cuentos, historias y personajes que las condujeron al mundo de la literatura.



Mi historia, mi personaje
                              por Ailén Scévola
Recuerdo mi niñez compartida con muchos amigos y primos, en la que imaginábamos en todo momento "ser otro", otro al que le pasaban cosas maravillosas y nunca estaba triste.  Representábamos cuentos, historias de la familia, historias que nos inventábamos para pasar el tiempo y ser felices.
Mi primer encuentro con la palabra escrita fue a través de mis padres, que siempre me leían cuentos como "Los tres chanchitos", "Blancanieves y los siete enanitos", etc. Estos cuentos hacían imaginarme dentro de estas historias y qué haría yo en los momentos difíciles que ellas planteaban, por ejemplo, pensaba qué hubiera hecho si el lobo me hubiera estado buscando, o cuál de los chanchitos sería, aunque, sin dudarlo sería el chanchito que construyó su casa de ladrillos.

Los cuentos son ese momento en que todo deja de ser lo que es para convertirse en fantasía, donde todo tiene un final feliz y en donde la gente “buena” es la que siempre triunfa, donde el amor puede cambiar la historia y donde la gente “mala” siempre al final del cuento se convierte en buena y logra recompensar todo el mal que antes había ocasionado.
Es a través del cuento donde, ya siendo grandes, volvemos a ser niños y donde hasta con los niños, volamos hacia ese tiempo donde transcurrió la historia y nos convertimos en algún personaje, casi sin quererlo.
 
 
“Cuando sean grandes,
no se olviden que para las noches se hicieron los cuentos
y los reyes magos y los duendes buenos;
 que sólo hace falta cuando llega el sueño
 tener bien a mano la voz de un abuelo”
(Anónimo)


Libros para crecer…
                                         por Cielo Martinez
    Siempre me gustaron las historias. Me gustaba escuchar los cuentos que sólo mi abuela sabía inventar. Esos cuentos a los que una nena llamada “Cielo” siempre protagonizaba. Me hacía querer escucharlos una y otra vez…
    De a poco aprendí a leer y a escribir, y a esos cuentos los leía y los contaba yo. Me sentía muy parte de esas historias…
    Llegó la edad en que el mejor regalo que me podían hacer era un libro de cuentos. No quería más que leer cada vez más rápido como lo hacía mi seño en la escuela y conocer nuevos personajes y nuevas historias.

    Cada vez fueron siendo un poquito más largos y más complicados pero, mientras todos dormían a la hora de la siesta, nada más placentero que leer.
    Hoy, quisiera leer cada día una nueva historia y aprender algo con ella. No he dejado de leer, siguen existiendo esas siestas tranquilas en las que aparece algún libro.
    Me gusta leer muchos libros a la vez, y continuarlos sin perder el hilo de cada historia.
    Los libros me llenan el alma y, sobre todo, me ayudan a crecer.
    Todavía sigue ese mundo y ese lugar en el que “Cielo” era una nena… y esas historias que sólo mi abuela sabía inventar, a las que nunca  voy a olvidar.
    Gracias a la escuela nunca he perdido la continuidad en el leer, pero estoy segura que en mi niñez fue donde descubrí el inmenso mundo que ofrecen los libros.  



                                         Mi vida en la novela
                                               
 por Giselle Pascal
                                
En mi niñez la encargada de leerme cuentos era mi abuela, siempre con relatos inventados o los clásicos como Caperucita Roja 
o La Cenicienta. 
Al comenzar Jardín de Infantes era mi señorita la que nos relataba esas hermosas historias con finales siempre felices. Algunos de estos fueron
El Patito Feo, Los Tres Chanchitos, entre otros.
En la época de la primaria ya éramos nosotros mismos los encargados de esa tarea: LEER. Las maestras nos daban distintos libros
que, luego de ser terminados, eran expuestos ante la clase. Fue algo que siempre me gustó: poder contarle mis 
historias a mis compañeros
Al comienzo de la secundaria, los libros fueron siendo cada vez más complejos. Algunos de estos libros fueron: Vaqueros y Trenzas,
Una Canción de Navidad, El escarabajo de oro, entre otros.
Hasta que un día elegí CIEN AÑOS DE SOLEDAD, que fue un libro demasiado complejo al que nunca terminé de entender.
Años siguientes continué leyendo libros y novelas de Gabriel García Márquez, el cual es un autor que, hoy,  me gusta mucho. Relato de un Náufrago, Crónica de una muerte anunciada, Cien Años de Soledad fueron algunos de los que más me atrajeron.
Algunos de los últimos libros leídos, ya fuera del colegio, fueron: Las mujeres de Max, El diario de Ana Frank, Paula, La casa de los
espíritus.  
Me gusta mucho leer. Me libera de tensiones y me hace imaginar muchas cosas.


           Un Principito en mi vida
                                          por Evelyn Farabello

Por desgracia, en mi infancia no tuve la oportunidad de que alguien me leyera un cuento, una historieta, nada. Yo creo que en mi Jardín me tuvieron que haber leído un cuento alguna vez, pero no me puedo acordar de esas cosas o de los momentos buenos que pasé allí, sólo me acuerdo, en cambio,  de dos cosas: que una vez casi me ahogo en una pileta que teníamos en el Jardín, y de una mesita que construí en la Escuela Normal por el día del padre.
Libros, no he leído muchos; la mayoría eran de mi escuela secundaria, que los profesores nos daban cuando hacíamos  trabajos prácticos y entonces debíamos leerlos. Sólo he leído uno solo fuera del ámbito escolar, y ese era el libro “El Principito”.

A este libro me lo regaló mi papá, que hoy está viviendo lejos de acá. Es imposible demostrar o escribir con palabras lo que siento cada vez que leo ese libro: me siento bien y mal a la vez, es raro. He leído ese libro diez veces ya, y aunque ya el final, no para de sorprenderme palabras tras palabras, y al final termino llorando porque, en cierta forma, me siento como “El Principito”: sola y en busca de respuestas que aún no he encontrado.
Sé que puede parecer ilógico lo que estoy diciendo, ni yo misma puedo creerlo, es que ¿cómo es posible que un libro pueda traerme tantos cosas especiales, tantos sentimientos, hasta incluso hacerme llorar?
Es raro, pero sé que ese libro en cierta forma me marcó, porque si lo vuelvo a tener otra vez, lo leería por onceava vez, y volvería a llorar.         





                                   Afortunada...
                                       por Janet Ailín Giraldez

Tuve la fortuna de tener una madre cuentera, pero no me puedo detener a comentar los nombres de cada uno de los relatos, dado que ella siempre los inventaba, pero algo que quiero resaltar es que me contó todas las historias de la Biblia.
En el Jardín, mis señoritas también me hicieron conocer todos aquellos cuentos que hasta el día de hoy se escuchan, pero con algunas reformas. Son todos los cuentos como Cenicienta, Caperucita Roja, Los Tres Chanchitos, Blancanieves y Los Siete Enanitos.
Al pasar los años me hice el hábito a la lectura ya que después de escuchar tantos  cuentos tuve que leer textos más extensos como el Martín Fierro, e historias como Mi Planta Naranja Lima, Como Agua Para Chocolate, entre otros.
También debo decir que no era, ni es mi hobbie, pero admito que la lectura es muy importante. Una persona que ha leído  mucho se desenvuelve muy bien frente al público, en lecciones tanto orales como escritas, también cuenta con un vocabulario fluido, es muy raro encontrar errores de ortografía en su escritura y  se perciben tantos otros beneficios que acarrea la lectura.
Siempre pienso que mi infancia fue la más linda, y es realmente una pena que no se pueda volver el tiempo atrás y que tantos otros chicos no puedan disfrutar de todo esto que es tan sano y único como escuchar cuentos, los cuales nos permitían no sólo volar con la imaginación sino que también nos facultaban un mundo lleno de magia y alegría.


                                   Mi historia con los libros     

                     por  Susana Griselda Pereyra         
      
En mi infancia no recuerdo haber escuchados cuentos, ni canciones, ni nanas.  
A diferencia de esto, en el secundario leí libros como “Platero y yo”, “Mi planta naranja lima”, “La celestina”, “Patrulla juvenil”.
En ese tiempo solía concurrir a una biblioteca pública a leer novelas y poemas, entre otros textos. Además, durante esos años escolares una profesora de literatura me prestó  "Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, de Pablo Neruda
 Hasta hace unos meses atrás estaba leyendo Cuentos de Navidad, “El Espectro de Marley” de la Colección Robin Hood.
En la actualidad, mi lectura está dedicada a cuentos infantiles, poemas, nanas y canciones  para niños. Todas las noches, una historia distinta. Esto comenzó a ser una rutina desde el día en que me enteré que estoy embarazada. Sé que desde la panza ya puedo estimular a mi bebé. Hoy,  jueves 31 de marzo, voy a leer “Peter Pan”, de la Colección Jardín de la revista Genios, que compro cada 15 días en los quioscos.
                                                                  

Una "vuelta de tuerca" a los cuentos de hadas, por las alumnas de la cátedra.

Las alumas escribieron nuevas historias a partir de los cuentos de hadas clásicos. La consigna era una sola: reinvindicar a los malvados que pueblan esa literatura, y demostrar así que "no todo es lo que parece"

MI VERSIÓN DE LOS HECHOS…
                                       Por la bruja de Hansel y Gretel

Una tarde estaba descansando, cuando de repente sentí un ruido muy extraño que venía de mi ventana de chocolate. Primero pensé que eran ardillas, no le di mucha importancia, sólo hice un poco de ruido para espantarlas, y volví a mi cama. Pero el ruido seguía, así que salí a investigar.
Para mi sorpresa, no eran ardillas, sino unos niños sucios, muy flaquitos y muy hambrientos. Mi pena pudo más y los invité a pasar. Preparé el cuarto de huéspedes, para que tengan una cama cómoda y calentita donde dormir.
Mientras ellos se aseaban les preparé un rico banquete, con el cual saciaron su hambre.
Después de cenar los cobijé a cada uno en su cama y les apagué la luz. Gretel estaba un poco asustada y triste, entonces le conté un cuento y antes de terminarlo, ya estaba plácidamente dormida. Parecía un angelito.

Yo estaba tan feliz con ellos, ya estaba cansada de estar sola, de hablar solamente con mis plantas.
Los adopté como nietos. Les cocinaba sus comidas favoritas, salíamos a pasear por el bosque, les tejía mantas, y les hacía todo lo que me pedían.
La niña parecía estar muy contenta en mi casa, pero Hansel tenía algo extraño en su mirada. Era muy desconfiado, lo vi en sus ojos.
Una mañana, Hansel dijo que quería comer un rico pavo con puré. Entonces le pregunté a Gretel si quería ayudarme y ella con una gran sonrisa comenzó a hacerlo. Pero cuando le pedí a Hansel que abriera el horno para cocinar el pavo, me empujó y yo caí en él.
Cerró la puerta y se fue corriendo. Gretel, asustada, logró abrir la puerta. Hansel volvió, la agarró de la mano y se la llevó. Nunca más los vi.
Por suerte ya estoy recuperada de las quemaduras, pero me siento muy triste por lo que pasó. Yo los quería a esos niños, especialmente a Gretel.


Autoras: Dafne Batistta;  Johana Eyeralde; Catalina Paolini; Micaela Sigurani


NO TODOS LOS LOBOS SON MALOS
   
    Hace mucho mucho tiempo, yo vivía en un bosque, sintiéndome muy solitario y aburrido, sin amigos para divertirme.
    Una mañana, mientras me desperezaba, escuché ruidos que llamaron mi atención. Me asomé por la ventana y vi a lo lejos tres animalitos rosados que se acercaban cada vez más hasta donde yo estaba. Eran gorditos, con un rulito de cola y sin pelos como los míos. Traían tres carretillas cargadas de cosas, que pronto supe que eran para construir sus casitas.
    Me acerqué para ver mejor y pude darme cuenta de que mis nuevos vecinos eran tres lindos chanchitos. Mi alegría fue muy grande al saber que, a partir de ese momento, ya no estaría tan solo en ese gran bosque.
    El más pequeño tomó unas pajas y empezó a trabajar.  Me escondí detrás de un árbol y no me animé a hablarle porque, aunque no lo crean, soy muy vergonzoso. Al rato, hice un esfuerzo y salí de mi escondite para preguntarle si necesitaba ayuda. Me contó que, a partir de ese día, viviría en el bosque con sus dos hermanos. Quise, entonces, regalarle unas flores para que pudiera decorar su casita, me agaché un poco y sentí muchas ganas de estornudar. Mi tristeza fue muy grande al ver que, con mi estornudo, derrumbé la casita que con tanto esfuerzo había construido el chanchito.
     Me acerqué a su hermano, que estaba construyendo su casa con maderas, y quise ayudarlo pintando la puerta, pero olvidé   que soy alérgico a la pintura y nuevamente, al estornudar, dejé sin casa al pobre chanchito.
     Los dos se fueron con su hermano mayor y se metieron en su casa de ladrillos. Estaba muy triste porque no había podido ayudarlos y, lo peor de todo, los había dejado sin casa.
    Decidí, entonces, ir a pedirles perdón. Me asomé por la ventana  y los pude ver. Se me ocurrió una gran idea: entrar por la chimenea. Pensé que a los chanchitos les gustaría la sorpresa y así me perdonarían. Me bañé, me peiné y me puse mi perfume favorito, también junté algunas frutas y flores para regalarles. Quería que esos chanchitos me quisieran y fuesen mis amigos. Logré subir a la chimenea y me tiré. El hermano mayor estaba preparando la cena y yo caí en el agua hirviendo.    Fueron tan grandes mis gritos y mis saltos que volví a salir por la chimenea.
    Desde ese día, sigo viviendo solito en mi casa, como siempre. No pude darles los regalos que les había preparado ni pedirles perdón. Algún día los chanchitos sabrán que yo sólo quería que fuésemos amigos…

 Autoras: Cielo Martinez; Lourdes Fleitas; Maricel Ortiz; Rocío Prieto; Carolina Ziegler; Pamela Fornier


                       LA HISTORIA OCULTA DE BLANCANIEVES  
Hace mucho tiempo me encontraba en mi castillo dentro de mi habitación, mirándome al espejo como todas las mañanas. En ese momento, entró Blancanieves y me dijo: “Nunca fuiste ni serás tan bella como yo” y riéndose se marchó.
Les cuento que, a mis súbditos les gustaba mucho cómo reinaba pues me devolvían todo lo que yo hacía por ellos con monedas de oro. Yo no estaba de acuerdo, me parecía que estaba mal, pero ellos se sentían bien dándomelo. A su vez, sin que se dieran cuenta, se los retribuía realizando una enorme fiesta para toda mi gente.
Pero, al rey de la otra aldea, no le caía muy bien la idea de la fiesta para mi gente, y según los rumores, a los cuales yo hacía caso omiso, él estaba enojado conmigo por esta razón.
Un día, uno de los peones del castillo, me trajo una canasta de manzanas rojas; era un regalo del rey de la aldea junto a la mía. Me pareció un buen gesto de su parte, pero decidí guardarlas para  ir a pasear después de comer.
 Desde pequeña siempre me gustó disfrazarme, y como estaba muy aburrida, decidí vestirme de abuelita para poder salir del castillo a dar una vuelta por el bosque sin que me reconocieran.
Al entrar al bosque, apareció Blancanieves; pensé que me descubriría, pero no lo hizo.
Como ella era una chica muy caprichosa, quiso una de mis manzanas y eligió la más roja de todas. Luego de habérsela dado, me despedí, y continué con mi paseo. Durante éste, me encontré con varios peones que amablemente me dieron agua y pan, puesto que tenía mucha sed por caminar tanto, y como forma de agradecimiento les di dos monedas de oro. Seguí un poco más y me encontré con las más divinas criaturas del bosque, que me acompañaron en mi paseo, mientras me contaban cómo era vivir en ese lugar.

Caía sobre mí la noche, y decidí volver a mi castillo. Cuando llegué, vi un gran tumulto y me pregunté qué sucedía.
Entré a mi castillo y me saqué el disfraz de anciana, golpearon mi puerta y era mi peón y quien me dijo que Blancanieves había sido envenenada por culpa de una manzana, y que era justamente la que yo le había dado en el bosque.
Al ver todo lo que sucedía, empecé a sentir mucha culpa, y fui a lo de una bruja amiga para que me diese una pócima, y así poder despertar a Blancanieves.
Al conseguirla, envié a un apuesto príncipe para que llevara la pócima y éste, luego de habérsela dado de beber, se sorprendió al ver que Blancanieves se despertó.
Ella, que no sabía dónde se encontraba, le preguntó al príncipe qué había sucedido. Él, tras ver el resultado, guardó la botella dentro de su bolsa y le contó que había estado bajo un hechizo y que gracias a él, despertó. Ella le agradeció mucho y como recompensa le dio un beso.
Cuando regresaron al castillo, la gente estaba contenta al ver que la muchacha estaba bien.
Me puso muy contenta el verla sana y salva, pero ella no estaba alegre al verme, es más, les dijo a todos los del reino, que había sido yo la que la envenenó, porque le convenía a ella y a su príncipe que se pensara eso.
Algunos le creyeron.  Pero estaban equivocados, pues yo la quería mucho, y nunca la voy a dejar de querer, porque a pesar de todo, no deja de ser una niña.

Autoras: Carla Alarcón, Nerea Boffa ; Evelyn Farabello, Jaqueline Lucero, Natali Paiz.


                                                        LA OTRA CARA DEL HADA 
Les voy a contar cómo fui acusada por las demás hadas y todo el reino; la historia comienza mucho tiempo atrás, cuando en una comunidad de la que todas las hadas formábamos parte, se nos dio un don diferente a cada una. Desde ese momento empezaron a tenerme envidia, ya que recibí el mejor don. Este consistía en tener el pelo más rubio, más hermoso, largo y brillante que cualquier otro, y que todo lo que este tocase, se convertiría en oro.



Un tiempo después, nace la esperada hija de los reyes, por lo que ellos deciden hacer una fiesta de bienvenida, a la cual yo no fui invitada, por culpa de la gran envidia de las otras hadas, ya que estas estaban celosas, porque mi regalo sería el mejor y ninguna de ellas podría regalarle a la princesa un regalo del más fino oro. Por esto, me enojé mucho, y sin darme cuenta, fui a la fiesta y  lancé un poderoso hechizo; el cual cayó sobre la princesa por accidente, ya que, al forcejear con las demás hadas que querían que me fuese, un rayo salió de mi varita y fue a dar sobre la cuna de la princesa. Al ocurrir esto, me di cuenta que debido a mi gran enojo había cometido una maldad; entonces, corriendo fui en búsqueda de una de las hadas y le pedí como favor que modificara el hechizo, ella así lo hizo. Y así logró que la princesa no muriese, pero como el hechizo era muy fuerte, el hada nos dijo, que a los quince años la joven se pincharía el dedo con un huso, y la única forma de salvarla, sería con el beso de un joven príncipe. Pero transcurridos los quince años, para estar segura, fui al cuarto donde quedaba el único huso de todo el reino, y le pedí a la princesa que no lo tocase, pero ella, muy intrigada al ver este objeto desconocido, lo tocó, y así cayó en un profundo sueño. Al llegar los reyes y verme ahí, me culparon, y así fue cómo fui expulsada del reino, y todos me dieron la espalda. Luego de pasar muchos años en busca de un príncipe, que pudiese despertarla, al fin di con él y, relatándole todo, lo llevé al castillo, y este logró despertarla. Tiempo después fue celebrada su boda, a la cual no fui invitada a causa de los sucesos que ocurrieron. Por esta razón, decidí contar mi verdad de este modo.
Autoras: Anabella Tommasi, Mariangel Ojeda, Nadia Marignani, Gisela  Schaaff .

jueves, 5 de mayo de 2011

Elogio de la imaginación, por Eduardo Galeano

Hace unos años, la BBC preguntó a los niños británicos si preferían la televisión o la radio. Casi todos se pronunciaron por televisión, lo que fue algo así como comprobar que los gatos maúllan o que los muertos no respiran .

Pero entre los poquitos niños que eligieron la radio, hubo uno que explicó:


-Me gusta más la radio porque veo paisajes más lindos.

Cuentos tradicionales infantiles en parodias

Las clases anteriores trabajamos a partir de reformulaciones de cuentos tradicionales: parodias. Leímos algunas, y también creamos otras desde el taller.
Aquí les dejo, en video,  una ingeniosa readaptación del cuento La Bella Durmiente. ¡Que la disfruten!

Tus primeros pasos, por Pipo Pescador

Egresaste feliz, llena de proyectos que se cumplirán.

Buscarás trabajo, día tras día, y tarde o temprano encontrarás jardín sin jardinera.

Todo será nuevo y bastante diferente de lo que pensabas.

Cada conocimiento tendrá su confirmación, cada pregunta obtendrá su respuesta.

Empezarás un largo camino que te enseñará el oficio que ninguna buena profesora pudo enseñarte antes.

La verdad aparecerá al unir la teoría y la realidad, recortando y pegando por aquí y por allá, como cuando haces collage en clase.

La diferencia entre tu trabajo y otros es que nunca podrás tomarlo con liviandad, jamás será una tarea mecánica y reiterada, porque cada chico es un misterio a develar y cada día es una lucha en terreno desconocido.

La docencia es un arte, y la jardinería más que ninguno, porque se vale de la creación, de los símbolos, del manejo apropiado de los efectos y convoca a la emoción para lograr sus fines.

Serás maestra y artista o sí no, no serás nada.

Olvidaba decirte que también serás madre, niñera, enfermera, arbitro entre peleas, artesano, cocinera, adivina, plomera, electricista, abogada defensora, jueza de paz, consejera y...novia.